Sobre el Campo y la Cama.

 

CampoCiudad

Creo que la intensa disputa, si fuera real, entre el actual Gobierno y la “gente” del Campo merece que haga un humilde comentario.

Así como el Rey León explicaba a su cachorro la “cadena alimenticia”, voy a tratar en hacer foco en este post sobre una de las teorías que me parecen más atrayentes para intentar explicarlo: la Unicidad.

Pensando en la Teoría del Caos, uno ve que es muy poco probable que en este tema una mariposa agite sus alas en un sitio y llueva en otro muy distante. Si alguien lo creyera así y lo supiera defenderlo ante Legisladores propios y ajenos, seguramente reemplazaría en el acto a nuestro actual Equipo de Economía.

Una cosa no es discutible: el Gobierno, el Campo y la Salud van inexorablemente atados, aunque parezca no creíble. El común denominador a los tres “sectores” es que hacen algo muy puntual:

Redistribuyen.

Son “Máquinas Distributivas” de Riqueza.

El tema pasa por entender, mal que les pese a algunos, la “Teoría del Palo” de Stephen Covey (no la de otra persona): si uno encuentra un palo y lo levanta de un extremo, controla ese extremo pero no puede controlar totalmente lo que hace el extremo opuesto. Si yo tomo una “medida” o “decreto algo” controlo una punta del palo, pero es muy poco probable que pueda controlar la otra. A lo sumo puedo “predecir su comportamiento” en base a “mi experiencia previa” sobre situaciones semejantes o a la experiencia histórica de otros países.

Estimo que en este tema no se utilizó el análisis de las experiencias previas para efectuar prospectiva o, si se prefiere llamarlo en términos de planificación económica, “pronosticar un escenario futuro” o, “hablando en criollo”, imaginarse cuál iba a ser la respuesta a la medida a tomar antes de ejecutarla.

Si la propuesta era utilizar esos fondos para, entre otras cosas, la construcción de 50 o más nuevos hospitales, no me parece una idea atinada para mejorar la redistribución de la riqueza, aunque la bandera de la redistribución del ingreso sea enarbolada igualmente por oficialismo y oposición.

A lo largo de la historia, las políticas de redistribución resultaron, en cualquier circunstancia y bajo cualquier gobierno, difíciles y costosas de instrumentar, especialmente en términos de popularidad política, pues generan junto con el aplauso de los “favorecidos” (los menos favorecidos en términos de riqueza) un intenso rechazo por parte de los “desfavorecidos” (los más favorecidos en términos de riqueza). Paradojal, ¿no?.

Entonces, estas acciones redistributivas sobre los más favorecidos (en términos de riqueza) de la sociedad requieren que las políticas públicas a diseñar para orientar los recursos obtenidos mediante decretos o leyes (emitidos o promovidos por el Gobierno) de los actores económicos privados (el Campo y la Industria que trae de la mano) y su posterior distribución solidaria (la Salud) guarden coherencia técnica que ayude a hacer más consistente y transparente el mecanismo de solidaridad y equidad distributiva.

Voy a dejar de lado en este post al impulsor de la famosa Resolución 125. El Chaco es chico y nos conocemos todos.

En mi humilde opinión, la construcción de 50 o más nuevos hospitales mediante fondos provenientes de las Retenciones al Campo o del Impuesto a las Ganancias no son una buena forma de mejorar la distribución de la riqueza, cuando el gasto de bolsillo del 40 % de la población más pobre está dirigido casi en un 50 % a la compra de medicamentos y un 25 % restante a la atención ambulatoria, mientras que las internaciones representan menos del 10 % de ese gasto. En las actuales condiciones de bajos ingresos por cápita y de inflación no acompañada de un incremento paralelo de los ingresos, estos gastos representan para una gran parte de los hogares dependientes del empleo público un estipendio que pone en serio riesgo su subsistencia.

Ahora, si se proyecta que esos fondos sean volcados a la atención primaria de la salud, a la distribución gratuita de medicamentos, a la disponibilidad de agua potable y cloacas (como simple ejemplo), sí creería en una auténtica intención de redistribución justa.  No vería como justa a la incorporación de 50 nuevos hospitales en un escenario de organización y gestión cuyas eficiencia y eficacia dejan mucho que desear, porque la cantidad de camas no constituye el problema del sistema de salud argentino, sino su gerenciamiento.

Por otro lado, sin que desde el actual Gobierno se emitan señales concretas de Seguridad Jurídica que proteja inversiones extranjeras, grandes empresas están comenzando a reinstalarse o instalarse en nuestro país.

Y dan empleo privado, genuino, bien remunerado. Sin tener en cuenta la política de “gradualismo” del Gobierno lo están haciendo. A eso, el ciudadano común lo ve en la calle todos los días.

Esta aparente disputa entre la política de redistribución del ingreso del Gobierno y la supuesta “avaricia desmedida” de un sector es una oportunidad histórica para destinar fondos que devuelvan a cada argentino la confianza que nunca debió perder en la capacidad del Estado para mejorar la vida de todos, pero muy especialmente la de aquellos que menos tienen.

Si vamos a hablar de “Gradualismo”, tomemos como ejemplo al Sistema de Salud de Alemania del Oeste cuando se derribó el Muro de Berlín. Todo el planeta pensaba que el colapso del Sistema de Salud alemán era inminente, que iba a derrumbarse por las grandes oleadas de alemanes del Este que iban a pretender los mismos Derechos a la Salud que tenían los alemanes del Oeste.

Pero, ¿Qué hizo Alemania Occidental? Implantó de inmediato el Impuesto al Valor Agregado (IVA) en forma “Gradualista”. El IVA a Alimentos y Salud fue del 4 %. Y de ahí en más. Si un alemán quería comprarse el último modelo de un Mercedes Benz el IVA era del 100 %.

Por esa simple acción, de establecer un IVA acorde a las prioridades humanas, el Sistema de Salud alemán no sólo no perdió, sino que pasó a ser uno de los mejores del Mundo.  

Espero que nuestros legisladores no desaprovechen esta oportunidad que, probablemente, no se vuelva a presentar ni se repita por muchos años.

La Economía de la Salud tiene Ciclos y Contra-Ciclos, hay que anticiparse a ellos y no llorar sobre la leche (y plata) derramada.

No hace falta ser mago para evitar problemas y tener al Pueblo feliz y satisfecho. Con revisar el tema 15 minutos en Google por día alcanza y sobra para cualquier Legislador o Ministro.

Salud en serio, para todos: Es posible.

No “miremos al Norte”, apoyemos al Campo.

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