La obesidad es un problema serio de salud pública.
Afortunadamente, los argentinos tenemos una Ley que protege a las personas obesas. Pero hay aspectos no contemplados.
En lo que concierne a mi especialidad, parece haber un punto no tenido en cuenta por nuestros legisladores a la hora de levantar la mano.
Los pacientes muy obesos representan algunos desafíos especiales en el campo de la cardiología intervencionista cuando deben hacerse algún estudio de diagnóstico o tratamiento por cateterismo.
En concreto, si el paciente es muy obeso, lo más probable es que no se le haga el procedimiento si su peso excede el límite establecido por el laboratorio de cateterismo.
En un número viejo del American Journal of Cardiology se publicó un trabajo que llegó a mis manos de manera anticipada para conocer mi opinión, que emití por vía privada hace 10 años y ahora hago pública.
Los autores del trabajo de marras (Vanhecke TE, Berman AD, McCullough PA, et al. Body weight limitations of United States cardiac catheterization laboratories including restricted access for the morbidly obese. Am J Cardiol 2008;102:285-286.) se sentaron, agarraron el teléfono y llamaron a 100 hospitales de Estados Unidos para saber cómo trataban a los pacientes muy obesos los diferentes servicios de cardiología intervencionista.
Les hicieron 3 preguntas:
1- ¿Cuál es el límite de peso que tienen para hacer un cateterismo?
2- ¿Qué hacen cuando tienen un paciente muy obeso?
3- ¿Pueden estimar cuán frecuentemente se rechazan pacientes por ser muy obesos?
Muy buenas preguntas (y muy «pesadas») … sólo 94 centros contestaron.
El peso medio admitido en los hospitales que respondieron es de 196.9 (± 17.86) kilos. El límite máximo admitido en un hospital es de 247.50 kilos y el que menos peso admite fija su límite en 157.50. Por encima de eso, el paciente ni pisa la Sala.
¿Cuál es uno de los principales problemas?
La Tabla o Camilla del equipo.
Los fabricantes de estas camillas, mecánicamente muy complejas, restringen el peso máximo que se puede poner encima (lo que pesa el paciente) en su contrato de venta. Si se acuesta encima un paciente que supera el kilaje máximo establecido por el fabricante, los sensores lo detectan y se pierde automáticamente la «garantía» del equipo.
Como si eso fuese poco, los lineamientos o «Guías» de las Asociaciones Profesionales de la Especialidad, al referirse a sus «normativas», no tocan el tema de los límites de peso para las tablas o camillas y tampoco emiten instrucciones para los profesionales cuando tratan pacientes cuyo peso excede los límites establecidos por el fabricante.
Queda el problema, entonces, librado a la decisión del Jefe del Servicio, que se ve en el dilema de hacer un cateterismo arriesgándose a romper una tabla valuada en decenas de miles de dólares, sin garantía ni seguro que le reconozcan una nueva, afrontando el lucro cesante durante el tiempo en que le instalan una nueva (que deberá pagar de su bolsillo y puede demorar entre 1 y 3 meses para su instalación) o no hacerlo para preservar su patrimonio.
Difícil decisión para tomar en un país como el nuestro, donde las prácticas se pagan con varios meses de retraso y a valores más que insuficientes.
Además, un impactante 70 % de los hospitales, cuando debían responder a «¿Qué hacen cuando tienen un paciente muy obeso?» dijeron: «No les podemos responder esa pregunta». Solamente el 22 % de los hospitales contestó que derivaban los pacientes muy obesos a otros centros que tuviesen equipos cuyos límites de peso «aceptaran» el kilaje del paciente.
Cuando tuvieron que contestar a «¿Pueden estimar cuán frecuentemente se rechazan pacientes por ser muy obesos?», sólo respondió el 62 % de los hospitales y estimaron que un promedio de 5.2 ± 3.4 pacientes por año son rechazados por este motivo.
Las otras razones esgrimidas para no estudiar o tratar los pacientes muy obesos fueron que se tenía en cuenta la seguridad del paciente y de los médicos, que la obesidad extrema induce resultados pobres en las imágenes y que … se dañan equipos muy costosos.
Evidentemente, las crecientes tasas de obesidad han sobrepasado la capacidad de respuesta de los fabricantes de equipamiento.
Por otro lado, las escasas respuestas a la pregunta sobre la tasa de rechazo de los obesos puede ser atribuida a que el proceso de rechazo es «automático», basado en el límite de peso establecido para cada servicio y lo hace el personal de secretaría al llenar el formulario de ingreso del paciente. Ergo, los médicos no saben realmente cuántos obesos se rechazan porque no se llevan registros. Y cuando se llevan, son inexactos. Por eso cabe inferir que lógicamente la tasa de rechazos debe ser bastante superior.
Sin dudas, es un trabajo original, pero ¿saben cómo se les ocurrió investigar el tema?
El mismo Vanhecke reconoció que le llegaron derivados 3 pacientes consecutivos, que pesaban entre 225 a 315 kilos, con Síndromes Coronarios Agudos y con Indicación indiscutible de cateterismo cardíaco (Clase I).
El mismo Vanhecke reconoció que no supo qué hacer, porque ninguno de sus equipos iba a soportar ese kilaje … ¡en el mismísimo William Beaumont Hospital!
Por más que tomó el teléfono y llamó a varios centros, ninguno aceptó la derivación de esos pacientes por la misma razón.
¿Qué hizo Vanhecke? Lo único que podía: tratamiento farmacológico y nada más.
El problema que se está planteando es que justamente los pacientes que más se podrían beneficiar de una intervención por cateterismo no lo pueden recibir porque la «tecnología» no los soporta. Una «cuestión de peso».
¿Y qué está pasando con el resto de las tecnologías? Casi todas están con el mismo problema: Resonancia Nuclear Magnética Cardíaca, Tomografía Computada, Cámara Gamma o Medicina Nuclear, etc.
El crecimiento exponencial de la epidemia de obesidad lleva apareado no sólo el tema del peso, sino que los grandes obesos van a la cabeza en la frecuencia de nuevos eventos cardiovasculares agudos más severos y no pueden ser tratados por estas limitaciones.
Es un tema crucial. Me pregunto: ¿Y por casa cómo andamos? Y me respondo: Mucho peor.
Creo que la debacle que produjo la pérdida de la convertibilidad y luego 12 años de gobierno populista nos hizo retroceder tecnológicamente a los argentinos casi 20 años, salvo escasas excepciones. No existen datos sobre este problema en Argentina.
Es un problema urgente a resolver y está en manos de los legisladores o del poder ejecutivo establecer nuevas modificaciones a la Ley que obliguen a las empresas fabricantes de equipamiento a modificar sus tecnologías para soportar estos pacientes y abrir líneas de crédito internacional de bajo costo para el re-equipamiento de la Argentina.
Pero eso, sin un justo incremento de los aranceles de las prácticas, «congelados» desde hace muchos años, difícilmente pueda ser afrontado por (como mínimo) el 80 % de los Centros o Servicios de Cardiología Intervencionista, Tomografía, Resonancia Nuclear Magnética, etc. del país.
Por favor, no caigamos en la humillación que debió soportar hace unos años un paciente obeso con un Accidente Cerebrovascular Hemorrágico, cuya única posibilidad fue hacerse su Tomografía Computada en el Tomógrafo del Zoológico de Buenos Aires. Sí, con el mismo equipo con que se les hacen las Tomografías a los elefantes, hipopótamos y jirafas …
La «No Discriminación» debe ser para todos. Que no sea para todos es Discriminación. Lisa y llana.